Si hay algo que he aprendido en lo poco
que llevo de Universidad es que nunca tienes que confiarte. Puedes
salir feliz de un examen y volverte a casa radiante, y el día que
publican las notas te das cuenta de que realmente las cosas no han
salido como esperabas.
Lo peor es que es tanta tu indignación
que subes a tutorias te plantas frente al profesor y en palabras
textuales dices:
Yo: Hola, buenas tardes me gustaría
ver mi examen.
(Pensando que por ser majo variará la
nota)
Él: Dígame su nombre.
(Él piensa... otro más)
Vas tu plasmado a ver tu examen que te
lo deja caer sobre las manos buscando algo que seguro segurísimo
tenías genial, y se lo pones de frente y:
Yo: Mire, ¿Por qué está esto mal?
(Pensando que se ha equivocado el
profesor, se lo dejas caer sutilmente)
El profesor mira por encima te señala
el enunciado cuando te das cuenta de que absorbe en vez de cede y
todos los signos del problema son contrarios a los que tú habías
puesto. Puede estar todo el problema bien planteado, que te has
equivocado en los signos.
¿Qué te quiero decir con esta
pequeña crónica?
Que no por correr vas a salir más
listo, ni vas a tener mayor oportunidad. Que tanto en los estudios
como en la vida, nunca tienes todo visto y que un despiste no visto
te puede jugar una mala pasada, sin importar tu inteligencia o tu
buen pensar. Así que piensa en positivo, tomate tu tiempo y disfruta
de cada momento.